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2021 AUTUMN

Gyeongju: capital antigua, museo abierto

Ciudad donde los sitios históricos se intercalan entre parques pintorescos y establecimientos de moda del siglo XXI, Gyeongju,
una vez la capital del Reino de Silla (57 a. C. - 935 d. C.), brilla por su reputación de “museo sin muros”.

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Las pagodas de piedra de tres pisos y 13,4 metros de altura en el predio del Templo Gameun en Yongdang-ri, Gyeongju, son las más altas del período de Silla Unificada.
Con vistas al mar al este de Gyeongju, son todo lo que queda del antiguo templo, construido cuando el rey Munmu de Silla unificó los Tres Reinos en el siglo VII.
Estas pagodas gemelas están designadas como Tesoro Nacional Nº 112.

MIENTRAS PARTÍA HACIA Gyeongju, la cuna de la cultura budista de Corea, recordé a Jack Kerouac (1922-1969), icónico escritor estadounidense y pionero de la Generación Beat que abrazó el budismo. Una vez más, tomaría prestado el nombre de su novela seminal de 1957, “On the Road”.

Gyeongju fue capital del Reino de Silla y se expandió sometiendo a estados rivales para gobernar dos tercios de la península de Corea entre los siglos VII y X. En su período de apogeo, Gyeongju era la cuarta ciudad más grande del mundo, con un millón de habitantes estimado, y su grandeza era comparable a la de Constantinopla (Estambul), Changan (Xian, China) y Bagdad. De hecho, aparte del Imperio Romano y las dinastías de Egipto, hay pocos países en la historia de la humanidad que hayan durado tanto.

Silla adoptó una perspectiva amplia, creando un perfil global inconfundible. Su élite se comprometió activamente con China, que comerciaba con naciones árabes y europeas a través de la antigua Ruta de la Seda. Eso explica el vidrio romano hallado en algunas tumbas de Silla. Corea, que ha visto gran parte de su territorio arrasado repetidamente por el imperialismo y la guerra, solo puede agradecer que los vestigios de la resplandeciente civilización de Silla continúen al sureste de la provincia de Gyeongsang del Norte, a unos 70 km al norte de Busan.

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Más allá de la antecámara y el corredor están las obras más famosas de la antigua escultura budista coreana: una rotonda que representa una flor de loto, una imagen de Buda sentado y varios Budas,bodhisattvas y devastallados en las paredes. Para preservarlos, los visitantes solo pueden apreciar el maravilloso panteón budista tras una pared de vidrio.
© Instituto Nacional de Investigación del Patrimonio Cultural, Han Seok-hong

PERFIL GLOBAL
Hacía tiempo de mi última visita a la ciudad. Como un explorador extranjero que viaja en bote, me acerqué a Gyeongju desde la costa este a través de las ruinas del Templo Gameun, nombre que ref leja la idea de “ser movido por la gracia”, concretamente la gracia del rey Munmu (r. 661-681), quien completó la unificación de los Tres Reinos. Comenzó a construir el templo para bloquear a los invasores japoneses con la misericordia de Buda, pero murió antes. En su testamento, pidió lanzar sus cenizas al Mar del Este, para regresar como dragón y proteger el país.

Hoy día, la zona del templo no está repleta de publicidad como otros lugares históricos en Gyeongju y alrededores. Incluso puede parecer bastante descuidado. No vi tarifas de entrada, ni supervisor o gerente durante mi visita. Las ruinas incluyen poco más que un par de pagodas de granito de tres pisos y los restos subterráneos de algunas estructuras de templos, pero la majestuosa grandeza de las pagodas es deslumbrante. En la antigüedad, el mar lamía justo la parte bajo el salón principal del Templo Gameun. Había un canal para que el rey convertido en dragón entrara y saliera. ¿Protegieron las pagodas al dragón o el dragón a las pagodas?

Los relicarios de sarira descubiertos en cuando fueron desmantelados para su restauración, y poseen la delicadeza del arte en metal de Silla. Esos objetos, actualmente en el Museo Nacional de Corea en Seúl, son increíblemente hermosos. Es como si estos tesoros, una vez instalados ocultamente en lo profundo de las pagodas, sentaran las bases de la gloriosa civilización de Silla. Tienen una modestia luminosa, pero aparentemente discreta, y enseñan que la verdadera belleza no necesita envoltorio: brilla por sí sola.

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La estatua del Buda sentado de Seokguram Grotto, en Gyeongju, se considera una obra maestra del arte budista.Seokguram es un templocueva de granito, construido en la ladera del monte Toham en el siglo VIII con estilos arquitectónicos griegos y romanos, introducidos en Corea a través de la Ruta de la Seda.
© Instituto Nacional de Investigación del Patrimonio Cultural, Han Seok-hong

 

ENIGMÁTICO ESPLENDOR
Queriendo ver más de la misteriosa belleza de Silla, me dirigí al corazón de Gyeongju. Delante estaba el monte Toham, que bloquea los vientos marinos que soplan hacia la ciudad. Cuatro kilómetros al este, con vistas al Mar del Este, se alza Seokguram, una ermita en la gruta de la montaña del Templo Bulguk, ambas visita obligada al explorar la belleza de Gyeongju. En 1995, estuvieron entre los primeros cinco sitios coreanos de la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO. En el 2000, otras cinco zonas históricas de Gyeongju también fueron inscritas como Patrimonio Mundial.

Seokguram, construido en el año 774, es el apogeo del arte y la arquitectura budista. Con reminiscencias del Panteón de Roma, la capilla de la gruta es un impresionante testimonio del intercambio arquitectónico que existía entre regiones y creencias religiosas. La zona está cubierta de granito blanco, no muy adecuado para convertirlo en cueva y tallar imágenes. Por tanto, construyeron una gruta artificial ensamblando cientos de piezas de granito. Esto diferencia a Seokguram de las grutas budistas en India o China y le imprime una belleza distintiva.

La gruta presenta decenas de figuras budistas hábilmente talladas. Más allá de la entrada arqueada, la antecámara y el estrecho pasillo, una rotonda alberga un Buda de apariencia realista y serena a 3,5 metros de altura. Sentado con las piernas cruzadas en meditación sobre un pedestal elevado con un grabado de loto, esta imagen de Sakyamuni es reconocida como obra maestra del arte budista. Sobre su cabeza hay una cúpula, también con diseño de loto, de inf luencia grecorromana.

Gran parte de la gruta está cubierta ahora para su protección. Verla requiere esperar una larga cola, pero lo hallé interesante como para quedar asombrado por la sublime belleza del arte escultórico. Sus expresiones parecieron grabarse en un instante en el ojo de mi mente.

El templo Bulguk se halla a unos 15 km al sureste de Gyeongju. Conocido como “Templo de la Tierra de Buda”, su historia se remonta al año 528. Es un templo principal de la Orden Jogye del budismo coreano, la mayor secta budista de Corea, y está clasificado por el gobierno coreano como sitio histórico y escénico Nº1. También se considera joya esencial del pináculo del budismo en Silla.

En el patio principal del templo, Dabotap (Pagoda de muchos tesoros) y Seokgatap (Pagoda Sakyamuni) dan a la sala principal Daeungjeon (Sala del gran héroe). En Seokgatap se descubrió una copia del Gran Dharani Sutra, que demuestra la calidad de la impresión en madera de Silla. Las pagodas, registradas como Tesoros Nacionales, y las elaboradas terrazas de piedra, base de los terrenos del templo, son las únicas estructuras originales que quedan. El resto fue reconstruido a lo largo de los siglos.

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El templo Bulguk, al pie del monte Toham, ofrece un famoso par de pagodas: Dabotap (Pagoda de muchos tesoros), en primer plano, y Seokgatap (Pagoda Sakyamuni), en el patio principal. El templo y la gruta de Seokguram representan la cúspide del arte budista de Silla. En 1995, estaba entre los primeros cinco sitios de Corea inscritos en la Lista del Patrimonio Cultural Mundial de la UNESCO.

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Daereungwon es un extenso complejo de unos 125.400 metros cuadrados que contiene 23 túmulos, el mayor grupo de tumbas antiguas de Gyeongju. Ubicado en Hwangnam-dong, el corazón de la antigua ciudad, su fascinante aura trasciende tiempo y espacio.

¿Están la vida y la muerte en armonía o carecen de ella? ¿Cómo entender el abismo entre modernidad y antigüedad?Tan ubicuos distintivos hacen que Gyeongju sea singularmente único.

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La Campana Divina del Rey Seongdeok, creada en el período de Silla Unificada (S VIII), es la mayor de Corea. Mide 3,66 m. de altura, 2,27 m.de diámetro en la boca, 11-25 cm. de grosor y pesa 18,9 toneladas. El tubo de la parte superior, exclusivo de las campanas de bronce coreanas, ayuda a crear un sonido profundo y resonante. La superficie está decorada con exquisitos patrones, como apsaras voladoras.

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El Museo Literario Dong-ni Mok-wol conmemora a dos famosos nativos de Gyeongju, el novelista Kim Dong-ni (1913-1995) y el poeta Park Mok-wol (1916-1978), que dejaron indelebles marcas en la historia literaria coreana moderna. El museo ofrece recorridos por sus lugares de nacimiento y los lugares del trasfondo de sus obras.

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Recreación del espacio de trabajo del novelista Kim Dong-ni. El museo dedica galerías separadas a Kim y Park, que exhiben respectivas imágenes y artículos personales.

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Uno de los manuscritos de Kim en la recreación de su espacio de trabajo.

LIBROS, TUMBAS, CAMPANAS
Dejo el templo abrumado por la profundidad del tiempo y el espacio de las reliquias antiguas y llego al Museo Literario Dong-ni Mok-wol, en homenaje al novelista Kim Dong-ni (1913-1995) y al poeta Park Mok-wol. (1916-1978). Ambos eran nativos de Gyeongju y legaron hermosas obras. Allí recordé la inscripción en la Campana Divina del Rey Seongdeok, una gran campana de templo forjada en el año 771, durante el período de Silla Unificada, con esta inscripción: “La gente de entonces desdeñaba las riquezas y respetaba el talento literario”.

Escuché recitar un poema en la galería de Park Mok-wol. El lirismo del poeta revela una concentrada visión de la vida y la naturaleza, haciéndose eco del poeta inglés William Wordsworth. Así, los artefactos culturales no son los únicos tesoros de Gyeongju. Además del museo, los visitantes pueden recorrer los lugares de nacimiento de los autores y otros espacios que aportan antecedentes de sus obras.

Al salir del museo l iterario me refugié en Cheonmachong, o Tumba del Caballo Celestial, en el parque de túmulos de Daereungwon. De pronto sentí frío en los dedos de mis pies. Estaba tan absorto con las maravillosas vistas que no reparé en que estaban mojados tras un día de lluvia. El parque incluye 23 tumbas en forma de montículo como pequeñas colinas cubiertas de hierba En Gyeongju y alrededores hay cientos de túmulos, 35 de ellos presuntamente tumbas de los reyes de Silla.

Imaginé que el interior de la cámara funeraria real sería aterrador, lúgubre o misterioso, pero era bonito. Cuando pensé en el trabajo requerido para construir las tumbas y el cuidado depositado en esos ritos funerarios con tanta ornamenta, quedé maravillado por la diligencia de la gente de entonces.

Mi próximo destino fue el área del centro de Hwangnam-dong. La disparidad entre los antiguos túmulos y la franja urbana resultó algo perturbadora. Era como reconocer la vida tras acabar de percibir la muerte. ¿Están la vida y la muerte en armonía o carecen de ella? ¿Cómo entender el abismo entre modernidad y antigüedad? Tan ubicuos distintivos hacen que Gyeongju sea singularmente único.

Para concluir, me dirigí a un pabellón del Museo Nacional de Gyeongju, a ver la Campana Divina del Rey Seongdeok, la enigmática pieza que más deseaba ver. Aunque medio gastada, esa exquisita inscripción nítidamente proyectada, como un holograma, conmemoraba a un gran rey al destacar que en su reinado la gente desdeñaba las riquezas y respetaba el talento literario. La campana emite un sonido sublime, de profunda resonancia. Los fabricantes de Silla debían saber bastante de mecánica ondulatoria. Tan poderosas reverberaciones podrían incluso ser el rugido ceremonial de un dragón que protege los numerosos sitios y artefactos que definen la belleza de esta ciudad.

Gyeongju se mantuvo como importante bastión regional en las dinastías sucesoras de Silla. Percibí el antiguo esplendor y la gloria de la ciudad, así como la belleza arraigada en algo que perdura a través de los siglos. También sentí la grandeza de los corazones y las mentes de quienes se esforzaron por salvaguardar su herencia cultural.

Park Sang Novelista
Ahn Hong-beom Fotógrafo

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