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2023 AUTUMN

El poder de las palabras talladas en bloques de madera

El tallado caligráfico o gakja, una técnica de grabado de letras y dibujos en tablas de madera, es una habilidad que sirve tanto para imprimir en madera como para producir letreros en la arquitectura tradicional coreana. El gakja requiere una comprensión integral de la caligrafía y del contenido de los textos. El talento de un maestro grabador (gakjajang) se valora por la textura de las superficies talladas y por el equilibrio en la forma de las letras. Por su vasta dedicación al oficio, Kim Gak-han fue designado como poseedor del título de Patrimonio Cultural Inmaterial Nacional en grabado caligráfico en 2013.
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Kim Gak-han, maestro grabador de caligrafía en un proyecto de grabado. Cuando talla bloques de madera para imprimir libros, usa madera de pruno o cerezo sargento, conocida por su densa textura y moderada dureza.


El grabado caligráfico o gakja alude al antiguo oficio de tallar letras y dibujos en tablas de madera. A través de la larga historia de la cultura coreana, dicha técnica ha servido para producir grabados en piezas de madera y también los letreros que cuelgan de los edificios tradicionales. Como artesano con décadas a su espalda, Kim Gak-han fue designado en 2013 como poseedor del título de Patrimonio Cultural Inmaterial Nacional. Este maestro grabador calígrafo (gakjajang), ha participado en la restauración de importantes elementos del patrimonio cultural, como el letrero de Sungnyemun, una de las puertas históricas de Seúl que se perdió parcialmente en un incendio deliberado en 2008; la versión xilográfica de “Antología de las enseñanzas de los grandes sacerdotes budistas” (Jikji simche yojeol, 1377), conocida como el libro más antiguo del mundo impreso con tipos metálicos; o los bloques de madera para la impresión de la “Explicación de la escritura coreana” (Hunminjeongeum eonhaebon, 1459), destruida en un incendio durante la Guerra de Corea.

De la artesanía en madera al grabado caligráfico
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Grabar intrincadas letras en bloques de madera dura precisa de múltiples herramientas. El artista utiliza más de 30 utensilios entre martillos, cuchillos y cinceles.

Kim comenzó su carrera como carpintero. Nacido en 1957 en una familia de agricultores en Gimcheon, provincia de Gyeongsang del Norte, fue el quinto de seis hijos, cinco varones y una mujer. Apenas pudo terminar la primaria pues su padre falleció cuando estaba en sexto grado y tuvo que dejar la escuela. Pero incluso a una edad tan temprana, comenzó a aprender carpintería en un taller local del centro de Gimcheon.

“Cuando era niño me encantaba crear cosas con las manos. En mi pueblo había árboles por todas partes y desde muy joven aprendí a trabajar la madera”, recuerda Kim.

Pese a sus desfavorables circunstancias, Kim anhelaba tanto volver a la escuela que trabajaba durante el día y estudiaba de noche, hasta que finalmente obtuvo los títulos de equivalencia a secundaria y bachillerato. Tras completar el servicio militar obligatorio se mudó a Seúl, donde asistió a una escuela de carpintería cerca del Parque Tapgol, en el distrito de Jongno. Pero en 1983 su vida dio un drástico giro al visitar una exposición en la Galería de Arte Dongduk con las obras del grabador Oh Ok-jin.

“Me topé con el grabado tradicional por primera vez en mi vida y al instante me enamoré de ese bloque de madera con un mapa del antiguo Seúl restaurado, el Mapa Completo de la Capital o suseon jeondo. Poco después, terminé el trabajo que estaba haciendo y busqué a ese maestro para aprender con él”, rememora Kim.

Su maestro, Oh Ok-jin, fue el primer artesano nombrado como maestro grabador de caligrafía, desde que esa artesanía fuera designada como Patrimonio Inmaterial Nacional en 1996. En 2005, Kim se convirtió en instructor asistente para formar nuevos talentos y, ocho años más tarde sucedió a su mentor como segundo poseedor del título de maestro artesano, en reconocimiento a sus logros en restauración y transmisión del patrimonio. Si bien conocer a Oh Ok-jin le ayudó a reorientar su carrera de la carpintería a este oficio tradicional, fue el calígrafo Park Chung-sik quien convirtió a Kim en un verdadero artesano.

“En unos dos años, desde que comencé a aprender el oficio, comprendí la importancia de conocer el significado de los caracteres chinos clásicos. Al tratarse de un lenguaje escrito, sentí que no podría perfeccionar mi arte sin conocer el medio, los caracteres y los escritos”, recuerda.

Tras decidirse a aprender caligrafía en serio, Kim se mudó a un vecindario próximo al estudio de su maestro en Bangbae-dong, al sur de Seúl, un pequeño espacio que luego conservó como taller hasta el día de hoy. También decidió proseguir con su educación inscribiéndose en el programa de Lengua y Literatura Chinas en la Universidad Nacional Abierta de Corea en 1992, aprendizaje que a una edad tan madura se tradujo en una inmensa sensación de felicidad. Al tener que hacer malabarismos entre el trabajo y el estudio tardó seis años terminar el grado, pero a día de hoy sigue estudiando caracteres chinos.

De tratar la madera a la impresión

El aspecto esencial del grabado caligráfico es el tallado, pero no sería exagerado decir que el oficio comienza y termina con la madera. Resulta crucial lo que se conoce como chimok o tratamiento de la madera, que consiste en obtener el tipo correcto de madera y someterla a un largo proceso de secado y envejecimiento.

“Para los carteles, dependiendo de su uso, utilizo varias especies de árboles, incluidos el peral asiático (Pyrus pyrifolia) y el pino; pero en los bloques de madera para imprimir libros uso cerezo sargento japonés (Prunus sargentii). Se considera el más adecuado, pues su madera ofrece una textura densa y moderadamente dura. Según comenta, tras analizar las especies de madera usadas en los bloques de impresión de la Tripitaka coreana (Palman daejanggyeong), revelaron que más del 70% fueron hechas con madera de cerezo sargento japonés. Grabado en 80.000 bloques de madera a mediados del siglo XIII, la Tripitaka coreana es la colección más antigua y completa de textos budistas escritos en chino clásico”, enfatiza Kim. Y agrega: “Pero más importante que la especie del árbol es envejecer adecuadamente la madera. Requiere un proceso de secado de entre siete y ocho años obtener un grano bien estable para evitar deformaciones y asegurar una conservación duradera”.

Una vez preparado el manuscrito o dibujo a grabar, la madera se corta al tamaño adecuado y se cepilla hasta lograr una superficie lisa. Después se aplica cola, y el papel con el manuscrito o dibujo se adhiere a la superficie para ser tallado. En los bloques de madera destinados a la impresión, el papel se gira y se fija boca abajo.

A continuación, el papel se frota suavemente con lija para eliminar la capa exterior, dejando solo una fina capa interna totalmente unida a la superficie de madera. Entonces se aplica una capa de aceite para que el papel se vuelva translúcido y las palabras o el diseño sean claramente visibles desde el otro lado. Este proceso se conoce como baeja o “preparación de letras”.

Kim afirma que puede usarse aceite de cualquier tipo de semilla, pero prensado en frío y no a partir de semillas tostadas, pues este último se endurece y genera una película turbia, dificultando el tallado del diseño.

En el tallado se utilizan herramientas como diferentes tipos de cuchillos, cinceles y martillos, y según las características de las letras y dibujos a tallar, se eligen las más adecuadas para cada proyecto. El proceso de tallado de la imagen especular del manuscrito en el bloque de madera se conoce como banseogak o impresión inversa, mientras que el tallado directo del manuscrito original, como los letreros de edificios públicos y templos budistas, se define como jeongseogak o impresión estándar.

Tras completar el proceso de grabado, las piezas finales se colocan a ambos lados del bloque. El espacio que crean las piezas finales elevadas, que también sirven como asas, permite la ventilación en los grabados en madera. Después, se aplica una concentración adecuada de tinta a la superficie tallada cubierta con una hoja de papel, antes de hacer rodar el rodillo para presionarlo e imprimirlo. El paso final en los letreros es agregar color a los caracteres grabados.

Representación caligráfíca
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Kim valora su trabajo imprimiendo el bloque de madera tallado en papel. El grabado caligráfico es el oficio tradicional de tallar letras y dibujos en bloques de madera que sirven para imprimir libros.

Las técnicas de tallado se clasifican en incisión y relieve. La técnica de incisión (intaglio) implica tallar los caracteres de forma que las imágenes queden por debajo de la superficie de madera, mientras que el tallado en relieve implica quitar la madera que rodea a los caracteres, que sobresalen de la superficie.

“El grabado por incisión o intaglio puede parecer más sencillo, pero es el más desafiante. Los caracteres pueden hacerse más legibles con solo tallarlos a lo largo del trazo, pero es importante que los grabadores puedan expresar la singularidad de su caligrafía mediante trazos más potentes o más suaves, según la fuerza aplicada al pincel al escribirlos”, asegura Kim. Los trazos escritos con más fuerza deben ser más anchos y profundos para que los caracteres se vean tan potentes como imaginó el calígrafo, pues la caligrafía y el estilo singular deben poder reconocerse incluso en los tallados. Eso requiere una buena formación en quirografía, además de poder comprender el contenido y el flujo del texto.

Aunque Kim viva rodeado de innumerables obras con su nombre, no es ajeno a las preocupaciones que comparten los artesanos tradicionales sobre transmitir su legado.

“Al ser difícil ganarse la vida únicamente con este oficio, a menudo los jóvenes son reacios a aprenderlo. La mayoría de los alumnos actuales son jubilados que lo ven como un pasatiempo… pero como esa parte escapa de mi control, intento dejarla ir y centrarme solo en mi trabajo, tal y como he hecho siempre”, destaca el artesano.

Desde la humildad, Kim afirma que hasta la fecha aún no ha producido una obra maestra, y aunque le preocupa el futuro del oficio tradicional del grabado caligráfico, el artesano no ha perdido la esperanza.

Lee Gi-sookEscritora
Lee Min-heeFotógrafo

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